martes, 26 de enero de 2016

Los clarinetistas y los compositores

   Desde la aparición del clarinete en el siglo XVIII, se ha dado con relativa frecuencia una interesante relación profesional (e incluso de verdadera amistad) entre los clarinetistas y los compositores. El instrumentista necesitaba de nuevas piezas para tocar y el compositor, a su vez, se beneficiaba de averiguar lo que el clarinetista era capaz de interpretar con su instrumento. La mayoría de los compositores tocaban el piano y posiblemente algún otro instrumento más. Les resultaba importante conocer las características de otros instrumentos como el clarinete, para poder de ese modo componer música para ellos con mayor facilidad.

   Anton Stadler es conocido por ser el clarinetista preferido de Wolfgang Amadeus Mozart. Teniendo en cuenta que el clarinete estaba todavía muy poco perfeccionado en esa época, lo cierto es que Stadler supo sacarle el mejor rendimiento a este instrumento y Mozart estaba maravillado con su sonido, lo que le inspiró para componer algunas de sus obras más populares. Sin embargo, parece que la relación personal no fue fácil, ya que Stadler era un jugador y bebedor empedernido y se endeudó con Mozart. Cuando este último murió pobre, el clarinetista todavía le debía dinero.



   Otro virtuoso excepcional fue Heinrich Baermann, que aunque empezó su carrera como oboísta, después aprendió a tocar el clarinete, siendo músico en Munich, en la corte del rey Luis, pasando después a Viena y a Londres. Recorrió toda Europa dando conciertos y en Munich fue dónde conoció a Carl Maria von Weber, el cual, entusiasmado por su sonoridad, escribió conciertos de clarinete para Baermann, consiguiendo un éxito arrollador.

   El clarinetista Johann Simon Hemstedt no tenía un sonido tan hermoso como Baermann (por esa razón Weber prefirió a este último), pero sin embargo su talento técnico era superior. El compositor que escribió para él fue Spohr, que compuso piezas de gran dificultad que llevaron a Hemstedt a mejorar la mecánica del instrumento. Incluso hoy en día, con clarinetes mucho más avanzados que los de entonces, los cuatro conciertos para Hemstedt siguen llenos de retos difíciles incluso para los clarinetistas más experimentados.

   Richard Mühlfeld comenzó como violinista en la corte de Meinengen, pero decidió aprender también a tocar el clarinete. Su importancia radica en la amistad que le unía a Johannes Brahms. Aunque cuando se conocieron Brahms ya había dejado de componer, decidió escribir sus últimas obras para clarinete gracias a Mühlfeld.

   Se podrían añadir otros clarinetistas más contemporáneos como Jack Brymer, Karl Leister, Dieter Klöcker, Harold Wright, Richard Stoltzman, etc. Todos ellos colaboraron y tuvieron una importante relación profesional con compositores más modernos que se interesaron por desarrollar las capacidades del clarinete a través de su música. 
 

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