viernes, 29 de mayo de 2015

Los hermanos pequeños del clarinete y la flauta

   En este blog ya existe una entrada sobre el hermano pequeño de la familia de los saxofones: el saxofón soprano (aunque existe uno todavía más pequeño, el sopranino, pero es muy poco utilizado). Hoy hablaremos sobre dos instrumentos que han pasado en los últimos días por el taller y que, en este caso, son los hermanos menores de la flauta y del clarinete. Me refiero al flautín y al clarinete requinto, respectivamente.

   

      Este clarinete requinto pasó por aquí para el cambio de 4 o 5 zapatillas. Este clarinete tiene, al igual que sucede con el saxofón soprano, un hermano todavía más pequeño: el clarinete sopranino, Pero este último apenas es utilizado. Así que exceptuando al sopranino, el clarinete requinto es el más pequeño de la familia de los clarinetes y por lo tanto el que tiene un sonido más agudo y estridente de todos ellos. Se encuentra afinado en Mi bemol y por lo tanto una cuarta por encima del clarinete soprano en Si bemol. Es un instrumento transpositor, es decir, su sonido real es diferente al escrito debido a su registro tan agudo. El requinto ha sido rara vez utilizado en las orquestas sinfónicas, pero si que suele estar presente en las bandas de música. También tiene gran importancia en el folclore de Cantabria, donde es conocido como "pitu montañés".

   En el caso del flautín si que estamos ante el más pequeño de los instrumentos de la familia de las flautas. Pero no solo de las flautas; en realidad estamos prácticamente ante el instrumento más pequeño de la gran familia de todos los instrumentos de viento. El flautín suele estar afinado en la tonalidad de Do y una octava más alto que la flauta travesera. Al igual que el requinto se trata de un instrumento transpositor (las notas se escriben una octava más baja que su sonido real). Físicamente es similar a la flauta travesera, pero encontramos modelos de tres tipos: todo de madera, todo de metal o con cuerpo de madera y cabeza de metal (como es el caso del instrumento que está en el taller). Su sonido es brillante y a veces estridente. En algunas composiciones orquestales el flautín sobresale sobre toda una sección de metales, realizando el contrapunto.


   Aquí vemos el flautín que había que reparar, ya que necesitaba unos ajustes que, para un instrumento tan pequeño, requieren de una precisión milimétrica. Se encuentra junto a una hermana mayor, que también necesitaba de ajustes, y que además es un poco más alargada que la mayoría de las flautas traveseras comunes, pues es de las llamadas de pie en Si, que quiere decir que en el pie de la flauta tiene cuatro llaves, lo que le hace alcanzar en el registro grave la nota Si, frente a la mayoría que suelen llegar hasta el Do.

jueves, 7 de mayo de 2015

Las cañas del instrumento

   La caña es un accesorio imprescindible en la mayoría de los instrumentos de viento madera (exceptuando la flauta). Las hay simples, como la del clarinete y el saxofón, y dobles, como las usadas por el oboe, el fagot y el corno inglés. A principios del siglo XX los músicos se fabricaban sus propias cañas, lo cual era un trabajo muy laborioso. Con la aparición de la fabricación masiva desapareció esta preocupación, aunque todavía hay músicos que tienen el gusto de fabricarse sus propias cañas. Hoy en día también están en el mercado cañas fabricadas con materiales sintéticos, que son muy duraderas, pero que también producen un sonido más áspero. Son ideales para tocar en la calle con bandas o charangas.



   Centrándonos en la caña tradicional, el fabricante se preocupa por su producto desde la siembra de la caña, pasando después por el control de plagas, el corte, el almacenamiento y la propia fabricación. El músico, por su parte, debe tener en cuenta que clase de sonido desea a la hora de elegir la caña y también su grado de experiencia. Generalmente los fabricantes dividen las cañas del 1 al 5, siendo el 1 la clase de caña más suave y el 5 la más fuerte. Para el principiante está bien elegir entre 2, 2 y medio o 3, pero hay que tener en cuenta que la suavidad o dureza de las cañas no siempre se corresponden entre las diferentes marcas.  

   Hay que tener claro que con una caña suave nos será más fácil emitir el sonido, pero este también será más fácil que sufra variaciones de tono y costará más emitir las notas agudas. El uso prolongado de una caña también la va reblandeciendo. Los instrumentistas experimentados a veces cortan el borde de la caña con un cortacañas para que el sonido recupere plenitud. 

   Con una caña dura la emisión es más costosa y las notas graves son más difíciles de tocar con suavidad, pero el sonido es más lleno y el registro agudo es más fácil de alcanzar. En este caso también los músicos más veteranos a veces raspan la caña cuando desean un sonido más blando.

   En cualquier caso la marca y el tipo de caña que elijamos no nos garantiza que nos vaya a servir. A veces hay que probar varias hasta dar con la adecuada. Las que tengan alguna rotura u otro desperfecto se pueden deshechar. Aquellas que estén verdes se pueden guardar porque es posible que al cabo de meses funcionen. Lo importante es tener siempre cañas en condiciones por si se necesita cambiar la que estamos usando. Una buena caña es fundamental para conseguir sacar el mejor sonido al instrumento.