miércoles, 23 de septiembre de 2015

Instrumentos musicales de museo

   En los pasados días llegaron hasta el taller dos instrumentos musicales extraordinarios por su antigüedad y su rareza. Uno de ellos es un clarinete de sistema Oehler, conocido comúnmente como clarinete alemán. Este tipo de clarinete es bastante extraño de ver en España, pues aquí se utiliza habitualmente el sistema francés (Boehm), que es el más extendido a nivel mundial. Sin embargo en Centroeuropa es bastante habitual ver en las orquestas clarinetes de sistema Oehler.



   El nombre se debe a su creador Oskar Oehler, que fue clarinetista en la Orquesta Filarmónica de Berlín. Aquel músico  diseñó este sistema de digitación a principios del siglo XX. Lo hizo como un perfeccionamiento de un sistema anterior conocido como sistema Albert, al que añadió nuevas llaves y cambió la localización de algunas, consiguiendo una mayor perfección sobre la afinación y la calidad tonal del instrumento.

   En la misma línea de conseguir una mayor calidad y pureza sonora estuvieron otros constructores alemanes como Schmidt, Koktan, Mollenhauer y, el que más nos interesa aquí, F. Arthur Uebel, ya que el clarinete que tenemos aquí pertenece a los diseñados por este último. Uebel fue alumno de Oehler y más tarde añadió sus propios detalles al sistema creado por su maestro. También perfeccionó clarinetes de sistema Boehm.

    El clarinete que ha pasado la revisión es de la marca F. Arthur Uebel (Markneukirchen), fue fabricado en la República Democrática Alemana en los años cincuenta y su propietario lo compró en Moscú en 1993.



   También trajo de Moscú entonces una flauta travesera del siglo XIX, instrumento que también ha pasado aquí su revisión. Se trata de una flauta de catorce llaves, conocida como flauta romántica, pues aparece en el período del Romanticismo artístico. La flauta esta hecha de madera, excepto la cabeza, que es de metal. Las primeras que llevaron esto último fueron fabricadas por Boehm en 1847. Es una flauta de las denominadas de pie en Si, es decir que la nota más grave es el Si, a diferencia de la mayoría cuya nota más grave es Do. Sin duda alguna, dada su antigüedad y belleza, se trata de una auténtica pieza de museo.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

El saxofón en la música clásica

   Aunque el saxofón suena a jazz y seguramente sin el jazz no hubiese llegado tan lejos, este instrumento es mucho más que solo jazz. Tengamos en cuenta que el saxofón fue inventado por Adolphe Sax hacia 1840, lo que sin duda influye mucho en la modernidad de su repertorio, tanto en su vertiente más popular y urbana, como el jazz, como en la más clásica y contemporánea. Lo que no hay duda es de la enorme versatilidad que ofrece este instrumento para todos estos estilos. 

   Existe bastante repertorio original, mucho de él contemporáneo, dentro de lo que podríamos llamar música clásica, además de los numerosos arreglos y adaptaciones de piezas que existen para saxofón. Así pues, el paso del tiempo a integrado a este instrumento en la música clásica, tanto en el género sinfónico como en el camerístico, aunque es cierto que no forma parte habitual de las plantillas de las orquestas tradicionales.

 
   Pero se puede disfrutar a través de algunos grandes compositores de la calidad del sonido, de la agilidad de sus melodías y ritmos, y de la perfecta simbiosis que el saxo tiene con todo tipo de timbres. Compositores que vieron en este instrumento un recurso más para expresar sus ideas y emociones a través de la música escrita para él como instrumento solista. Compositores como Ibert, con su "Concertino de cámara para saxofón alto y once instrumentos"; o Rahbari, con su "Improvisación japonesa para saxofón solo"; o Glazunov y su "Concierto para saxofón alto y orquesta de cuerda, opus 109". La obra que aparece en el vídeo que os dejo y que interpreta el saxofonista francés Clément Himbert junto a la Orquesta del Conservatorio de París, es "Scaramouche", una de las piezas más conocidas de Darius Milhaud. "Scaramouche" es el nombre de la suite para saxofón y orquesta que Milhaud escribió en 1917. Esta obra fue después adaptada para diferentes combinaciones, como por ejemplo saxofón y piano. Consta de tres movimientos, "Vivo", "Moderado" y "Brasileria", este último el más popular de todos ellos. Sin duda alguna se trata de una obra maestra para saxofón.