jueves, 10 de diciembre de 2015

Charlie Parker, un revolucionario del jazz

   En la historia del jazz, Charlie Parker está considerado uno de los mejores intérpretes de saxofón alto, responsable de la improvisación más salvaje y un personaje clave en la revolución que sufrió este género musical a finales de los años cuarenta.

   Parker nació en 1920 en Kansas City (Estados Unidos). Comenzó en el mundo de la música tocando la tuba en la banda de música de la escuela secundaria, pero su madre le compró un saxofón alto, con el que el joven Parker empezó, de forma autodidacta, a imitar a los grandes saxofonistas que por entonces había en Kansas City, como Webster o Lester Young. A los 15 años ya era considerado un música profesional en el mundo del jazz.

   Junto con Thelonius Monk, Dizzy Gillespie, Bud Powell y otros, Parker ayudó a crear el bebop, un estilo de jazz que sucedió al swing en los años cuarenta y que está mucho más basado en la improvisación. el virtuosismo instrumental y el ritmo rápido.

   En 1939 Parker llegó a Nueva York por primera vez, dónde en un principio trabajaría como fregaplatos en un club de música. Al año siguiente realizó su primera grabación junto con Shay McShann, pero sería la asociación con el trompetista Dizzie Gillespie la que introduciría a Parker defintivamente en el circuito del mundo del jazz, con unos solos absolutamente innovadores para un público todavía acostumbrado a un estilo más convencional, como el representado por big bands como la de Glenn Miller, por ejemplo.



   A los 25 años Parker era ya el músico de jazz más admirado por sus colegas de profesión, en una etapa de gran creatividad musical, formando su propio quinteto, colaborando  con músicos como Miles Davis y dándo grandes conciertos tanto en América como en Europa. Pero sus adicciones a las drogas y al alcohol  empezaron a pasarle factura.

   En 1953 Parker dio un concierto memorable en el Massey Hall de Toronto (Canadá). Lo sorprendente de aquel concierto es que Parker llegó allí sin su saxofón, que había empeñado para costearse sus dosis de heroína. Lo único que le pudieron ofrecer en una tienda de instrumentos de Toronto fue un saxofón de plástico y con esto se presentó en el concierto, compitiendo en el escenario con Dizzie Gillespie a la trompeta y haciendo sonar aquel cacharro como si del mejor saxofón de metal se tratase. Fue un concierto memorable, tal y como reflejaron los artículos de la prensa especializada de la época.

   Después de aquello entró en un rápido declive que llevó a este genio a la muerte en 1955, a los 34 años de edad, dejando una huella imborrable en el mundo del jazz.