lunes, 28 de agosto de 2017

La madera del clarinete

   Aunque para comenzar el estudio del clarinete se escogen instrumentos fabricados en plástico, el clarinete tradicional y el preferido ampliamente entre los estudiantes avanzados, el mundo profesional académico y entre los veteranos en general, es el clarinete de madera. La madera más utilizada en la construcción de clarinetes es la de granadilla (cuyo árbol aparece en la imagen), aunque también se utilizan otras como el palo rosa, el cocobolo o la madera de boj. La madera es preferida al plástico porque redunda en una resonancia más cálida.




   La madera se suele dejar envejecer durante unos años antes de construir el instrumento para que se estabilicen las dimensiones del material, aunque esto no puede contrarrestar por completo los efectos perniciosos de los niveles de humedad. De ahí que aunque la madera ofrece grandes beneficios en el sonido, también es un material que necesita muchos cuidados, pues sufre la humedad y los cambios bruscos de temperatura. Esto puede llevar a su agrietamiento o a que se hinche provocando que no se puedan desmontar sus partes en la zona de las espigas.

   El grado ideal de humedad para la madera de un clarinete se sitúa entre el 40 y el 50%. Por debajo del 40 % la madera se seca y se encoje. Si introducimos en el interior del instrumento aire húmedo (cosa que hacemos al tocar), la pared interna del instrumento expandirá la presión ejercida hacia la pared exterior seca. Esa presión puede ejercer la suficiente fuerza para que la pared exterior se rompa con el fin de aliviar la presión producida. Una señal inequívoca de que la madera del clarinete se ha secado excesivamente se produce cuando los anillos que algunos clarinetes llevan en las espigas se sueltan.

   El agrietamiento también se puede producir por la entrada de aire caliente al tocar estando la madera fría. La introducción de ese aire caliente provoca una expansión del orificio interior en contraste con la superficie exterior, fría y constreñida, dando lugar a un desequilibrio que tiene el potencial de provocar grietas. Si el clarinete está muy frío es aconsejable calentar la madera antes de tocar poniendo el instrumento bajo el brazo o simplemente pasando un poco la gamuza por la madera. Exponer el instrumento a los rayos del sol durante mucho tiempo es desaconsejable y puede causar también fisuras.




   La prevención es fundamental contra este tipo de contratiempos. A menos que se viva en una área geográfica donde se dé la suficiente humedad ambiental para proporcionar un mínimo de un 40% de humedad, es aconsejable el uso de un humificador que pueda mantener ese equilibrio. La aplicación de aceite de almendra o de cualquier otro de los aceites que se comercializan para la madera del clarinete también es positiva, pero se tiene que aplicar muy ligeramente (mucho aceite es contraproducente) y una vez cada 3 meses o más, según el mayor o menor uso que se haga del instrumento.

   Por último para evitar que se atasquen las partes del clarinete en las zonas de las espigas, se debe evitar dejar el clarinete ensamblado después de tocar, aunque sea un descanso tan solo de media hora. El clarinete se debe desmontar siempre cuando se termina de tocar. Este problema se suele dar sobre todo en la espiga del barrilete con el cuerpo superior debido a la proximidad del aire húmedo que expulsa el clarinetista por la boquilla. Si las piezas se siguen sin poder sacar después de un día o dos sin tocar el instrumento, será el momento de llevarlo al taller para solucionar el problema.