jueves, 20 de diciembre de 2018

Piezas atascadas en un clarinete

   Uno de los problemas más frecuentes en los clarinetes sucede cuando dos de las partes del instrumento se atascan y no hay manera de sacarlas. En la inmensa mayoría de los casos esto ocurre entre el barrilete y el cuerpo superior. Después de un espacio de tiempo en que dejamos el clarinete sin desmontar, cuando intentamos separar las piezas para guardarlo en el estuche, nos encontramos con que resulta imposible separarlas. Este fue el caso del clarinete que aparece en las fotografías:


   Es una situación un poco alarmante, porque resulta difícil de explicarse como es posible que un clarinete que hasta hace un rato podía desmontarse con relativa facilidad, ahora presente esa resistencia. En estos casos el problema puede radicar en que el corcho esté demasiado hinchado, pero en la mayoría de los casos será la propia madera de la espiga la que se habrá hinchado. Generalmente esto es debido a una temperatura ambiente elevada que da lugar a que la madera se dilate y ocasione estos contratiempos. 

   Cuando se presenta un caso de este tipo no hay que forzar nunca. Ponernos a hacer mucha fuerza para separar las partes no solucionará el problema o ¡peor todavía!, lo podría agravar ocasionando un daño irreversible al instrumento. En esos casos lo adecuado es traerlo al taller, donde se resolverá el problema sin perjuicio alguno para el clarinete.


   Por último una sugerencia: si estás tocando y vas a hacer un descanso, por ejemplo, de veinte minutos, desmonta el clarinete. Parece que es poco tiempo y que es imposible que vaya a ocurrir algo así, pero es suficiente para que cuando vuelvas a tocar te encuentres con ese tipo de problema. Desmontar el clarinete cuesta muy poco y puede ahorrarnos contratiempos como este.  

jueves, 8 de noviembre de 2018

Mantenimiento de un saxofón soprano

   Vaya por delante que aunque el título de esta entrada hacer referencia a un saxofón soprano que pasó una revisión recientemente, la mayoría de las sugerencias que se proponen sirven para cualquier otro instrumento de viento.

   El cuidado y la limpieza son dos conceptos básicos a la hora de que un instrumento musical se mantenga en buenas condiciones y así pueda durar mucho más tiempo. El primero es mecánico y el segundo cosmético. El cuidado comienza por tener respeto al instrumento, tratarlo con delicadeza y ser conscientes de que no es un juguete o algo parecido. En el caso del saxofón, por ejemplo, es un instrumento con muchas partes móviles que tienen una relación de ajuste específica entre ellas. Cualquier golpe, por pequeño que sea, requerirá de una reparación.

   En el caso de este saxofón soprano que pasó recientemente una revisión no había ningún problema de golpe; es un instrumento bien cuidado. Pero después de mucho tiempo necesitaba una revisión de su estado por algún desajuste que presentaba por el uso continuado, así como engrasar los tornillos y pasadores y hacer una limpieza a fondo con el mecanismo desmontado. También se revisó el estado de las zapatillas y los muelles.


   Este tipo de revisiones en profundidad en un instrumento que esté bien cuidado son necesarias cada dos o tres años para mantener el instrumento en perfecto estado y que así pueda tener una larga vida.



   Después de tocar es importante siempre la limpieza del saxofón antes de guardarlo en el estuche, ya que la humedad del aire al hacerlo sonar se condensa en el interior y puede causar problemas en el mecanismo, especialmente puede influir en el estado de las zapatillas. Para limpiar el interior del instrumento es aconsejable utilizar un paño limpiador con un contrapeso en uno de sus extremos. Para el tudel y la boquilla se ha de utilizar un paño de las mismas características pero más pequeño. Los hay de diferentes materiales: algodón, lana, microfibra, gamuza, etc. Si se atasca en el interior no hay que intentar nunca sacarlo por la fuerza, ya que esto podría dañar gravemente al instrumento. En el taller contamos con los medios para extraerlo sin causar ningún perjuicio.

   En cuanto a la limpieza exterior hay una gran variedad de bayetas, así como de cepillos en forma de bastón para acceder a las zonas más difíciles. También es importante secar las zapatillas, sobre todo aquellas que más tienden a quedarse pegadas, como son las de Sol, Do y Re sostenidos. Para esto existen productos como los papeles secantes que son fáciles de encontrar en tiendas especializadas.

   Un buen cuidado del instrumento puede prolongar su utilidad mucho tiempo manteniéndolo como nuevo.

   

miércoles, 3 de octubre de 2018

Flauta perfeccionada de Tulou (siglo XIX)

   Esta flauta travesera de madera ha necesitado el ajuste de algunas llaves, la colocación de dos zapatillas nuevas y el sellado de un par de grietas. Se trata de una flauta de las que fabricó en su época Jean-Louis Tulou, un virtuoso compositor y flautista que también fue durante muchos años profesor de flauta del Conservatorio de París.


   Tulou comenzó a fabricar flautas en 1828. Aunque se dice que él prefería las flautas más simples de cuatro llaves por su ligereza y su simplicidad mecánica, lo cierto es que él fue el responsable de una serie de mejoras en el mecanismo de las flautas de aquel tiempo, agregando varias llaves. Una de sus innovaciones fue por ejemplo la llave de Fa sostenido en la articulación central inferior, montada lateralmente cruzando la llave de Fa.


   Tulou se asoció con el fabricante de flautas Jacques Nonon entre 1831 y 1853, suministrando instrumentos al Conservatorio de París. Fue un ardiente oponente a la flauta de sistema Boëhm, cuyo sonido criticaba. Se opuso a su introducción en el Conservatorio parisino, donde solo se introdujo en 1860, cuando Tulou se había retirado.

   Este tipo de flauta también fue la oficial del Conservatorio de Madrid durante muchos años hasta que Francisco González Maestre introdujo la flauta Boëhm de madera en 1888.

   Las flautas de sistema simple como esta -que tan populares fueron en el siglo XIX- también se caracterizaban por su forma cónica (como se puede apreciar en la primera imagen) y por el orificio redondo y más pequeño de la embocadura frente a los ovalados de la actualidad, aspectos que tenían gran influencia en el timbre y el volumen de su sonido.

  


jueves, 30 de agosto de 2018

Clarinete con llave partida

   Aunque lo más habitual cuando se golpea accidentalmente un clarinete es que alguna o algunas de sus llaves se doblen, a veces puede ocurrir que una de ellas se quiebre. Y por supuesto lo hará por la parte más frágil de la pieza. Esto es lo que le ocurrió a este clarinete que entró en el taller con la llave 6 partida por la mitad.


   En estos casos, obviamente, las únicas soluciones son pedir a la casa una llave nueva similar (lo cual es costoso y se suele demorar mucho en el tiempo) o bien soldar la pieza. En este caso se recurrió a la soldadura, que se debe hacer con gran precisión y lo más limpia posible para que no interfiera en el funcionamiento del mecanismo. La llave debe de quedar prácticamente igual que antes de romperse.


   La precisión y la medida en este tipo de trabajos deben ser absolutas, porque hay que tener en cuenta  que la zapatilla ha de tapar el orificio exactamente igual que lo hacía antes, por lo que la más pequeña desviación daría lugar a que no cerrase bien y el instrumento no sonase como es debido.


   Una vez soldada se colocó la llave en su lugar y se comprobó que hacía su función correctamente, volviendo el clarinete a funcionar perfectamente.


viernes, 27 de julio de 2018

Clarinete, saxofón y flauta. Opus 87 de Beethoven.

   Música para sobrellevar las tardes de intenso calor del verano. Aquí os dejo la I Parte del Opus 87 de Beethoven para 2 oboes y un corno inglés, pero en esta ocasión interpretado por una flauta, un saxofón y un clarinete, con a un aire un poco más lento que el Allegro del original.

   Fue compuesto por el genio de Bonn en 1795 pero no se publicó hasta nueve años más tarde y en esta primera parte se nota todavía la gran influencia que ejercía la música de Mozart sobre el joven Beethoven. Se trata de un tema de aire despreocupado y algo convencional, pero que en conjunto tiene bastante encanto.

   Feliz verano a todos y a todas.

lunes, 4 de junio de 2018

Materiales y componentes del saxofón

   La mayoría de los saxofones están fabricados en latón, no solo el cuerpo del instrumento sino también las llaves y los pilares que las unen al cuerpo. Generalmente este material suele ir recubierto por un baño de laca o un chapado de plata o de oro que lo protege de la corrosión. Aún así, el saxofón se encuentra clasificado dentro de la familia de los instrumentos de viento madera. Esto es debido a que el saxofón produce el sonido mediante una boquilla con una caña que vibra, como ocurre con el clarinete.

   Además del latón hay algunos saxofones fabricados con metales más nobles como son el cobre, el bronce o la plata. En los años 50 y 60 se hicieron populares los saxofones de plástico acrílico de la marca Grafton. Los cuerpos de estos saxofones estaban fabricados de plástico moldeado por inyección de última generación, pero las llaves estaban hechas de metal. Saxofonistas famosos como Ornette Coleman o Charlie Parker utilizaron en ocasiones este tipo de instrumentos.



   También existen saxofones fabricados en madera y al parecer los primeros diseños de Adolphe Sax en 1840 fueron hechos con este material. En los últimos años la marca Vibrato a lanzado al mercado saxofones fabricados en un tipo de plástico llamado policarbonato, pero a diferencia de los Grafton, en estos instrumentos las llaves también son de plástico.

   Por último añadir que los tornillos suelen estar fabricados de acero inoxidable y que para las boquillas se utilizan una gran variedad de materiales como el plástico, la ebonita, el caucho, el metal o el cristal. También hay boquillas de madera, que fueron las que se utilizaron sobre todo en las primeros años de vida de este instrumento, en el siglo XIX. 

viernes, 27 de abril de 2018

La reparación de un clarinete antiguo

   Algunos instrumentos permanecen décadas dentro de sus estuches, a menudo en rincones donde hay humedad excesiva. Ahí van envejeciendo lentamente y cuando un día a alguien se le ocurre abrir ese estuche y ver que hay dentro, se encuentra con un instrumento inservible (aunque recuperable) por el paso de tantos años. Es el caso de este clarinete Selmer cuya propietaria quería poner a punto después de más de 50 años sin sonar.


   El clarinete en cuestión presentaba un estado de conservación muy deteriorado, con numerosas grietas en la madera, tornillos y pasadores bloqueados por la corrosión, llaves enmohecidas, zapatillas podridas, corchos quebradizos, etc. Además contaba con la particularidad de que es un clarinete cuya nota más grave es el Mi bemol, pero había perdido la cazoleta de esa nota. Esta no es indispensable y hoy en día apenas se fabrican clarinetes que la lleven, por lo que decidimos dejarla tal y como estaba. Como curiosidad solo recuerdo una obra en la que el clarinete principal da esa nota y es en "Los Pinos de Roma", del compositor italiano Ottorino Respighi. Siguiendo con el hilo del tema es evidente que, en esas condiciones, es tarea imposible que el instrumento pueda sonar, ni tan siquiera es presentable para estar expuesto como una antigüedad. Así que requirió un trabajo a fondo para volver a ponerlo de nuevo en buen estado. 


   Este tipo de trabajos con instrumentos que llevan tantos años en desuso siempre presentan muchas más dificultades, ya que más que una reparación lo que requieren es una restauración, pero generalmente siempre pueden ser recuperados de nuevo para darles el uso para el que fueron creados: hacer música.