lunes, 2 de noviembre de 2015

Limpieza del clarinete

   Para tener un instrumento musical en perfectas condiciones es necesario, en primer lugar, tratarlo bien. Algunos cuidados son esenciales para que el clarinete, que es el instrumento que hoy nos ocupa, tenga una vida larga y útil. A continuación mostraremos una serie de procedimientos referentes a la limpieza para que el clarinete esté en condiciones óptimas el máximo tiempo posible.

   En primer lugar, después de tocar, el interior del instrumento se debe secar. Para ello existen cepillos especiales de secado en las tiendas de accesorios para instrumentos musicales, pero en muchos casos los músicos se fabrican sus propios limpiadores, similares a los que ya citamos en el artículo dedicado a la limpieza del saxofón: un trozo de cuerda con un contrapeso en un extremo y atado en el otro a un paño suave, sin pelusa. Si el contrapeso es metálico, es aconsejable taparlo con cinta, para evitar rayar el instrumento por dentro. El procedimiento de limpieza es pasar por la campana el contrapeso dejándolo caer hasta que salga por el barrilete y tirar de él para que pase por todo el instrumento. Esta operación se debe realizar tantas veces como sea necesario hasta que quede seco. También deben secarse las espigas, que son las uniones dónde encajan las distintas partes del clarinete. Ese paño también se puede utilizar para secar la boquilla y la caña.



   El exterior del clarinete se debe limpiar regularmente con una gamuza o un paño suave. Es conveniente limpiar tanto el cuerpo como las llaves, siempre con mucho cuidado para no perjudicar el mecanismo. Esta limpieza evitara la suciedad en la madera y la oxidación de las llaves. 

   Una buena limpieza del instrumento siempre que se termine de tocar hará que este se conserve en buenas condiciones.

   

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