martes, 29 de julio de 2025

La boquilla del clarinete

    Históricamente, las boquillas para clarinete se fabricaban de madera, lo que ofrecía flexibilidad y resonancia. Sin embargo, la madera no es práctica, ya que se deforma y la boquilla acaba perdiendo sus dimensiones originales. Antes de la llegada de los materiales modernos, se intentaron formas de estabilizar y prolongar la vida útil de las boquillas de madera, utilizando revestimientos de oro o plata. Sin embargo la madera seguía deformándose y el revestimiento acababa a menudo cambiando de posición. Así es que a finales del siglo XIX se comenzó a utilizar la ebonita y, finalmente, el plástico y otros materiales.

   También se ha empleado el vidrio como material para las boquillas, que se desgasta a un ritmo más lento que los materiales estándar, aunque tratándose de un material tan frágil siempre está el peligro de que la boquilla caiga al suelo. 

   La mayoría de las boquillas actuales están hechas de ebonita, plástico o resina sintética. Aunque son mucho más fuertes que la madera, estos materiales no son impermeables y se acaban desgastando debido a la fricción, la presión de la caña, la temperatura, etc. Desde el momento en que se expulsa aire en la boquilla y vibra la caña, comienza el proceso de desgaste.



   El principal problema con el desgaste es que una vez que se inicia, el clarinetista se adapta a la boquilla. Por eso muchos músicos tienen grandes problemas para encontrar una nueva boquilla que reemplace a la que ha estado usando durante muchos años.

   Es por esto que con cierta frecuencia hay personas que me preguntan sobre cual es la mejor boquilla para el clarinete, y lo cierto es que me resulta complicado encontrar una buena respuesta. En realidad no existe la boquilla perfecta, aunque si que hay algunas pautas básicas y obvias que se pueden ofrecer: si quieres un sonido oscuro y clásico, te hará falta una boquilla que abra poco y una caña dura. Si buscas un sonido más brillante y flexible, adecuado para el jazz o para la música balcánica, necesitarás de una boquilla que abra más y de una caña más blanda.  El problema para dar un consejo sobre esto es que existen infinidad de marcas de boquillas y de cañas. 

   Lo que ocurre con frecuencia es que cuando cambias de boquilla, también cambia tu embocadura. Durante los primeros días todo lo que notas es la diferencia, pero poco a poco comienzas a sonar menos como la boquilla y más como tu mismo. Tu embocadura se está adaptando al cambio y está empezando a volver a los hábitos que te llevaron a cambiar de boquilla. De ahí que sea siempre un poco complicado dar consejos adecuados en la cuestión de las boquillas.