El engrase del mecanismo de los instrumentos de viento es esencial para su buen funcionamiento. En este caso nos centraremos en el engrase de un saxofón alto que, entre otros trabajos que requirió, necesitó también el de engrasar sus tornillos y pasadores.
Existen algunos motivos fundamentales por los que es necesario este tipo de trabajo: en primer lugar es necesario porque el aceite evita un desgaste excesivo del mecanismo. Sin aceite o grasa los tornillos rozan los agujeros de los pilares y los tubos de las llaves, provocando que poco a poco se vayan desgastando, sobre todo si los tornillos son de acero. La reparación de este tipo de desgaste es bastante costosa, especialmente en el caso de los tornillos pasadores.
Otro motivo de la importancia del engrase es que proporciona una lubricación que por un lado evita el ruido de las llaves al ser accionadas y por otro aumenta la velocidad de las mismas.
Un engrase adecuado es además necesario para evitar la oxidación. Cuando el acero no tiene ninguna protección puede oxidarse con relativa facilidad, ya que una sola molécula que se oxide puede expandir con facilidad la corrosión al resto de la superficie. Es uno de los motivos por los que no engrasar el saxofón puede resultar a la larga demasiado caro.
Por supuesto tenemos que tener en cuenta que no todos los aceites o grasas sirven para este trabajo y debe llevarse a cabo con un material adecuado por sus propiedades (viscosidad, durabilidad, etc.). Por supuesto está prohibido el uso de aceites vegetales. Ni siquiera se utilizan los mismos materiales para todos los instrumentos. Una flauta, por ejemplo, necesitará un tipo de material con unas características distintas al que necesita un saxofón alto.
La técnica para engrasar un instrumento es muy importante. Hay que saber donde, como y en que cantidad aplicar el aceite para evitar que el engrase no se convierta en un perjuicio en vez de en un beneficio para el instrumento.
Añadir por último que la frecuencia de engrase puede depender del uso que se haga del instrumento, del medio en el que se utiliza, del desgaste que sufra, etc. Por lo general es aconsejable su engrase una vez al año o al menos una vez cada dos años. Pero en este aspecto es también el propio instrumentista quien debe aprender a conocer las características y necesidades de su propio instrumento.
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